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Hace unos días hablamos de cómo OpenAI está convirtiendo a ChatGPT en el Windows de la IA. En realidad no se trata de si OpenAI está construyendo un sistema operativo. Se trata de qué tipo de poder busca. Y la respuesta está en dos modelos que definen exactamente lo que OpenAI persigue: la App Store de Apple y WeChat en China.
OpenAI quiere las dos cosas a la vez. Y hasta ahora nadie lo ha conseguido.
El momento. Apple bloqueó activamente las superapps en iOS. Los documentos del juicio Epic contra Apple lo dejaron clarísimo: permitir que una app lo haga todo «amenazaría el monopolio» porque «la adhesión al sistema disminuiría». Apple lo llamó «dejar entrar a los bárbaros». Meta lo intentó con Facebook. Musk, a su manera, lo intenta con X. Fracasaron porque Apple no les dejó y porque no tenían la plataforma adecuada.
La jugada. Ben Thompson, de Stratechery, lo ve claro: OpenAI sigue la estrategia original de Microsoft con Windows. Apple integra hardware y software, lo controla todo, pero deja espacio para competidores porque no puede servir a todos los mercados. Microsoft dominó sin necesidad de vender hardware. Solo controló la plataforma. OpenAI hace exactamente eso:
La diferencia con el 2023-2024 es enorme. Entonces lanzaron la GPT Store. Fracasó. Los GPTs propios eran y son muy útiles, pero los ajenos quedaron aislados en una tienda que nadie visitaba. Ahora las apps de Spotify, Canva, Zillow, Uber o Booking no están en una tienda separada. Están integradas en el núcleo de la experiencia. Aparecen cuando son relevantes. Funcionan dentro del chat.
Para quién es bueno esto: Para los desarrolladores, reciben acceso inmediato a 800 millones de usuarios semanales sin pasar por Apple ni Google. Sin construir audiencia desde cero. Pero a cambio, tienen dependencia absoluta de una OpenAI decide qué apps se aprueban, cuáles se destacan o cómo se monetizan. Si tu app compite con algo que OpenAI quiere hacer, estás fuera. Es el dilema clásico de las plataformas. Crecimiento rápido a cambio de control cero.
Para las empresas que venden productos, las reglas del juego cambian por completo. Antes escribías «hoteles en Valencia» en Google y navegabas entre diez resultados. Ahora tienes que decir explícitamente «busca en Booking» o «busca en Airbnb».
Hay negocios enteros que prosperaron gracias al SEO en la era Google. Esos negocios nunca fueron realmente sólidos porque eran optimizaciones para una era tecnológica específica. La ola de los snippets en los resultados de búsqueda se cargó a varios de esos negocios. La siguiente ola barrerá a unos cuantos más.
El problema. Microsoft es el inversor más importante de OpenAI y su socio de infraestructura. Pero ahora compiten directamente. Microsoft lanzó Copilot Studio, su propia plataforma para que las empresas creen agentes personalizados. Y eso compite frontalmente con lo que OpenAI acaba de lanzar. Si OpenAI se hubiera quedado como simple proveedor de modelos, Microsoft lo habría convertido en commodity.
Esta plataforma de apps es una declaración de independencia. Es pura coopetición: socios que deben competir por el rol dominante.
Lo que está en juego. Sam Altman lo resumió esta semana: «La mayoría de la gente querrá tener un solo servicio de IA, y ese servicio tiene que ser útil en toda su vida». Toda tu vida no entendida como «desde hoy hasta que te mueras», sino más bien como «todos los ámbitos de tu vida». Trabajo y placer, ocio y negocio.
Lo que OpenAI persigue no es ser una plataforma entre muchas. Es ser la plataforma:
Puede que lo consigan. Puede que no. Pero están ejecutando la jugada perfecta en el momento perfecto. Y eso, en tecnología, a veces basta. Otra cosa es que el Excel resista.
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La noticia
OpenAI quiere ser la App Store y WeChat a la vez: controlar quién vende y dónde compras, todo en ChatGPT
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por
Javier Lacort
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Escrito por Redacción Optima
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