Optima97.com Optima 97.7 FM | La Gigante de Nagua
Hace pocos meses, la nación finlandesa se proclamaba por octava vez el país más feliz del planeta. Luego vimos que nada es perfecto, porque mientras ocurría, Estados Unidos desembarcaba para prepararlos a la próxima batalla por el Ártico. Y entre una cosa y otra, ha llegado el verano a sus playas. Como siempre, no será muy largo, y este año viene acompañada de una cantidad desorbitada de excrementos.
Breve y disputado. Lo contaba esta semana el New York Times. En un país donde el verano dura apenas dos meses y el sol se convierte en un bien escaso, cada día cálido es casi como un milagro. Helsinki, como el resto del país, vive esas semanas con intensidad: playas abarrotadas, familias enteras en bicicleta y ciudadanos ansiosos de aprovechar temperaturas que en cualquier otro lugar parecerían suaves, pero que aquí superan récords históricos.
Sin embargo, en ese espacio de evasión ha aparecido un intruso inesperado: los gansos barnaclas, aves robustas y gregarias que han colonizado parques, avenidas y, sobre todo, las playas de la capital. Su presencia masiva (más de 5.000 contabilizados en la zona el verano pasado) ha transformado la vida al aire libre en un ejercicio de vigilancia constante, donde los paseantes deben medir cada paso para no hundirse en excrementos que se acumulan en cantidades sorprendentes.
El excremento cotidiano. El problema, aunque anecdótico en apariencia, afecta directamente al disfrute de un verano que los finlandeses consideran sagrado. En las playas, antes de extender la toalla hay que revisar el suelo, los jugadores de vóley rezan para no aterrizar de bruces en un charco marrón, y los padres vigilan con angustia que sus hijos pequeños no confundan el estiércol con arena o hierba.
Contaba el Times que, en los parques, el césped queda tapizado de heces que se incrustan en las suelas, y en las avenidas céntricas los gansos atraviesan pasos de peatones con la misma naturalidad que los mismísimos Beatles en Abbey Road. Las cifras ilustran la magnitud del desafío: en algunas playas, el personal de mantenimiento recoge más de 20 kg de excremento al día, un volumen que exige cuadrillas enteras de trabajadores estacionales, multiplicados en la última década.
Innovaciones fallidas. Durante años, el ayuntamiento de Helsinki ha ensayado métodos para contener la plaga. Intentaron mezclar las heces con la arena, pero el agua acabó contaminada. Usaron grabaciones de águilas marinas para asustar a las aves, pero los gansos se acostumbraron pronto. Incluso se estudió contratar perros adiestrados, como hacen otras ciudades, aunque resultaban demasiado caros y poco disponibles.
La gran esperanza de este verano era una máquina ideada por el propio equipo de mantenimiento. Una especie de tamiz con ruedas, similar a un cortacésped manual, que debía separar las heces de la arena. ¿El problema? En la práctica resultó pesada e ineficaz en suelos húmedos, y terminó relegada a un almacén. Al final, el recurso más fiable sigue siendo el más rudimentario: pala, guantes de goma y paciencia infinita.
Convivencia inevitable. La batalla contra los gansos, sin embargo, está limitada por la legislación y la ética finlandesa: no se permite la caza urbana ni el sacrificio masivo, como en Canadá o California, donde se ha optado por traslados o culling. En Helsinki, los gansos no son solo una molestia, sino parte ya del paisaje estival, insertados en el imaginario urbano y en la rutina diaria de sus habitantes.
De hecho, los propios trabajadores que recogen el estiércol encuentran cierta serenidad en la tarea repetitiva (aunque el olor les persiga después). La realidad es que, en un país donde el verano es demasiado corto para desperdiciarlo, los finlandeses parecen aceptar resignados esta invasión incómoda como un precio a pagar por disfrutar de sus playas.
Con humor y estoicismo, han asumido que entre el sol, el agua y la arena siempre habrá un tercer invitado: el omnipresente ganso… y su rastro inevitable.
Imagen | JIP
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La noticia
Los veranos son tan cortos en Finlandia que ha aceptado a un invitado para disfrutar de las playas: kilos de caca
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Miguel Jorge
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Escrito por Redacción Optima
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