Optima97.com Optima 97.7 FM | La Gigante de Nagua
Los aranceles de Trump no son solo una medida económica, sino la manifestación visible de un fenómeno que va mucho más allá: la potencial fragmentación del mundo tecnológico en islas aisladas e incompatibles entre sí. El mapa tecnológico que conocíamos hasta ahora está cambiando.
El pánico bursátil que ha evaporado casi 2 billones del valor de las tecnológicas –y subiendo– en unos días esconde apunta a algo más que a temores cortoplacistas: el sistema interconectado en el que las grandes tecnológicas construyeron sus imperios se está desintegrando. Como dice Ben Evans en su análisis de Stratechery, «es más difícil sobreestimar el grado en que cada aspecto de la vida moderna descansa en cadenas de suministro globales, tan largas y complejas que nadie puede entender verdaderamente los efectos de alterarlas».
Las Big Tech americanas, cuyo éxito ha sido construido sobre la premisa de un mundo sin fronteras digitales, tienen delante ahora la pesadilla de un planeta que se está, tecnológicamente, balcanizando.
Lo contamos hace unos días: Huawei no se ha tirado cinco años construyendo puentes, sino cavando trincheras. Su HarmonyOS, presente en más de 1.000 millones de dispositivos, no busca complementar el ecosistema global, sino reemplazarlo. No compite, construye una realidad paralela. Occidente aún piensa en cuotas de mercado mientras Huawei construye un continente digital entero.
Los síntomas de esta fragmentación son cada vez más evidentes, y si nada cambia, irán a más:
Son solo las ondas superficiales del maremoto que está ocurriendo al fondo del océano digital.
Estamos frente a la fractura de un modelo tecnológico que asumíamos universal. Donde antes había integración ahora hay muros digitales. Las economías de escala que permitieron smartphones asequibles y servicios globales darán paso a ecosistemas más pequeños, menos eficientes y posiblemente más caros. El usuario final no solo pagará más por sus dispositivos sino que tendrá que elegir a qué isla tecnológica pertenece.
La Unión Europea, consciente de lo que se viene, ya no habla solo de aranceles de respuesta, sino de utilizar su Anti-Coercion Instrument para «limitar los derechos de propiedad intelectual» o «restringir el acceso de las firmas de servicios financieros a los mercados de la UE». Hablamos de hardware, sí, pero la guerra se extiende también hacia software, servicios e infraestructura digital.
Europa podría encontrar su oportunidad como puente entre islas, aprovechando su experiencia creando estándares globales (GSM, GDPR) que pueden ser adoptados más allá de sus fronteras. Nuestra posición única, con relaciones tanto con Estados Unidos como con China, podría convertirnos en integradores en un mundo tecnológicamente fragmentado.
Y en este archipiélago digital donde antes estaba Pangea las empresas tendrán que decidir qué islas habitar y cuáles abandonar. Los estándares divergentes (con China ya lo estamos viendo, lanzan hasta su propio HDMI), las cadenas de suministro redundantes y los ecosistemas incompatibles serán la nueva normalidad.
La innovación ya no fluirá entre continentes, sino que quedará confinada en esas islas tecnológicas, con sus propias reglas, limitaciones y oportunidades.
No es que la globalización tecnológica esté amenazada, es que está siendo desmontada activamente. El sueño de un mundo digital sin fronteras está llegando a su fin. Bienvenidos al archipiélago tecnológico.
Imagen destacada | Xataka, Wikimedia Commons
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La noticia
Las grandes tecnológicas construyeron sus imperios en un mundo conectado. Ahora ese mundo se está desmoronando
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Lacort
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