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Hay cocinas inexplicables, modelos que te preguntas cómo han podido llegar ahí y distribuciones tan siniestras que hacen de un espacio que necesita ser cómodo, todo un batiburrillo de ideas, escondrijos y estanterías mal colocadas que, en lugar de ordenar el espacio, lo desordenan por completo.
Con una distribución en L que no sacaba partido al espacio, muebles oscuros, revestimientos pasados de moda y una sensación general de oscuridad, esta cocina se había quedado anclada en los años 90. Pero tras una reforma bien pensada y ejecutada, se ha convertido en el corazón moderno de la casa, con más almacenaje, mayor claridad visual y un rincón comedor que conecta con el salón de forma orgánica.
La cocina original presentaba todos los clichés de su época: azulejos en color crudo hasta el techo, una encimera de porcelánico poco estética, muebles superiores e inferiores en tonos de madera oscuros que apagaban la luz natural, y una distribución en forma de L que generaba rincones inútiles.
El suelo, revestido con la clásica baldosa blanca brillante, no ayudaba a mejorar la calidez del ambiente. En la zona de cocción, fogones tradicionales bajo un ventanal con un estor de cuadros daban el toque final a una cocina que, aunque funcional, ya no encajaba con las necesidades ni el gusto actual de una decoración moderna, luminosas y cargada de funcionalidad.
La reforma ha sido integral, y los resultados no pueden ser más espectaculares. El cambio empieza por el suelo, ahora revestido con tarima de parqué, que aporta calidez y uniformidad con el resto de la vivienda. Además, la distribución se ha replanteado y se ha eliminado la forma en L, permitiendo una mejor circulación y más aprovechamiento de cada rincón.
En lugar de prolongar la encimera hasta el fondo, se ha optado por un corte limpio en la esquina, dejando espacio para instalar un mueble empotrado en la pared, perfecto como estación de café. Sobre él se sitúa ahora la cafetera, en un espacio funcional y visualmente aligerado.
Los muebles bajos, en color blanco mate y sin tiradores visibles, aportan amplitud visual y multiplican el almacenamiento. La encimera y el salpicadero sobre ella se han revestido de mármol veteado, que aporta un aire sofisticado y contemporáneo. El resto de las paredes se han pintado de blanco, eliminando los azulejos y contribuyendo a una estética mucho más limpia y actual.
Los detalles marcan la diferencia: grifería negra, vitrocerámica integrada y una nueva cortina blanca en la ventana sustituyen al viejo estor de cuadros, permitiendo una mejor entrada de luz y reforzando la armonía del conjunto.
Pero sin duda, el gran acierto de esta reforma ha sido la transformación de un rincón desaprovechado en un acogedor espacio de comedor. Aprovechando la conexión con el salón, se ha diseñado un paso abierto entre estancias que incorpora una pequeña mesa anclada a la pared, con dos sillas y una televisión montada sobre el muro.
Este nuevo comedor, tipo desayunador, resulta perfecto para las comidas rápidas, el café de la mañana o incluso para teletrabajar. Además, sirve como nexo de unión visual entre cocina y salón, favoreciendo la integración y el dinamismo en la vivienda.
Fotografías | Vía @transformadecoracionyreformas
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La noticia
Era una cocina triste y feucha de los 90 y así ha quedado después de esta increíble reforma: ahora tiene mucho más almacenamiento e incluso un espacio para comer
fue publicada originalmente en
Decoesfera
por
María Lancha
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Escrito por Redacción Optima
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