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En un país donde los futbolistas cambian de club más a menudo que de sofá, Pilar Rubio y Sergio Ramos han demostrado que su puntería no solo se mide en el campo. La venta de su mansión en La Moraleja por siete millones de euros es el último gol de una carrera que ahora se juega entre ladrillos, micrófonos y caballos.
La cifra impresiona: la adquirió por millón y medio, la reformó con gusto y la ha vendido por más del cuádruple. Entre medias, una década de obras, alquileres VIP —Vinicius incluido— y un ojo clínico para detectar el momento exacto de vender.
La finca, de unos 2.500 metros cuadrados, parece salida de una serie americana de lujo: hall con ventanales, cocina independiente, sala de cine y otra de ocio con chimenea y barra. En la primera planta, una piscina climatizada con vestuarios y gimnasio completan el retrato del lujo disciplinado que define al ex capitán blanco.
Según informan medios como Expansión, el piso superior alberga cuatro dormitorios, todos con baño, y una suite principal de hotel: vestidor, terraza privada, pequeña cocina y baño turco. Fuera, piscina de verano, zona chill out, campo de fútbol, canastas y barbacoa. Lujo, ocio y privacidad en dosis milimetradas.
Más allá del balón, Ramos ha aprendido a diversificar. Entre su yeguada, su colección de arte y sus inversiones, el sevillano se consolida como un perfil patrimonialista que sabe proteger su fortuna. La venta no es casual: coincide con un nuevo terreno en La Moraleja, donde proyecta su próxima residencia.
Su visión empresarial contrasta con su faceta artística. Mientras firma escrituras, también firma autógrafos musicales. Su primer tema, Cibeles, acumula millones de visualizaciones en YouTube y lo muestra cantando con más emoción que autotune.
Pocos imaginaban que el central del Real Madrid acabaría grabando con Ovy On The Drums, productor de Karol G y J Balvin. La canción mezcla reguetón con épica madridista, un homenaje a los años dorados y a la fuente que vio sus celebraciones.
Pero no es su primera incursión: ya había cantado con Niña Pastori, Demarco Flamenco y Los Yakis. La diferencia es que ahora se toma en serio su faceta de cantante. Para él, la música siempre estuvo ahí, solo faltaba tiempo para darle volumen
A sus 39 años, Ramos se mueve entre Monterrey y Madrid, entre el fútbol, la música y los negocios. Su vida mediática sigue siendo un espectáculo, pero también un estudio de caso: cómo gestionar la fama sin quedar atrapado en ella.
En tiempos de crisis, vender una casa por siete millones y seguir componiendo canciones es casi una fábula moderna. Un ejemplo de cómo un deportista puede pasar de ídolo a inversor, sin perder su propio relato.
Foto | Instagram/Idealista
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La noticia
El último gran negocio de Sergio Ramos y Pilar Rubio: venden su mansión de La Moraleja por siete millones
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por
Joana Costa
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