La brutal transformación de un cuarto de baño triste y viejuno

A veces el cambio comienza con un flechazo. Eso fue exactamente lo que le sucedió a la propietaria de este baño: un espacio que hasta entonces resultaba monótono y pasado de moda se “enamoró” de un papel pintado que, en principio, parecía más adecuado para salones o  salón o dormitorios… pero que al final encajó de maravilla en el cuarto de baño. 

La encargada de llevar a cabo esta reforma con tino fue la diseñadora Ana Lorenzana, de Decoryver, quien además de incorporar el papel pintado elegido, cambió sin necesidad de generar escombros ni residuos el resto de revestimientos y parte del mobiliario (espejo, lavabo y mampara) y ¡voila! Surgió la magia.

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El baño antes de la reforma

El cuarto de baño original era un conjunto anticuado y aburrido que presentaba una doble monotonía: suelos y paredes revestidos en beige, además de un lavabo antiguo con la típica encimera de mármol crema que aportaba poca personalidad. El mueble del lavabo ocupaba gran parte de la pared y daba sensación de volumen excesivo en un espacio reducido. 

Sobre él, un espejo con armario superior completaba una estética más práctica que decorativa. La bañera, protegida por una mampara de aluminio blanco y cristal traslúcido, restaba ligereza visual y hacía que el baño pareciera todavía más estrecho. En definitiva, el conjunto daba una sensación de plano, sin interés visual ni alma.

El papel pintado, protagonista de la reforma

La pieza clave del cambio fue el papel pintado: motivos florales en tonos rosas. Aunque su estilo romántico podría parecer arriesgado, la verdad es que definió todo el diseño del nuevo ambiente.

Sobre la pared situada frente a la puerta —justamente en la zona del lavabo— se colocó el papel pintado a media altura. La parte inferior se revistió con azulejo y se remató con una cenefa, creando una transición armoniosa. Su instalación se hizo sobre el azulejo, algo que es posible con la preparación (alisado de juntas) pertinente. Las otras paredes se pintaron con una pintura especial para azulejos, en tono blanco, lo que permitió mantener limpieza visual y luminosidad.

El suelo fue sustituido por un revestimiento vinílico que imita un parqué de roble muy claro, generando calidez sin restar modernidad. En cuanto al mobiliario y distribución: la bañera se mantuvo, pero la antigua mampara por un modelo más ligero, con menos estructura para ampliar visualmente el espacio. 

El bidé existente fue eliminado y en su lugar se colocó un armario alto para almacenaje de toallas y artículos de baño. El lavabo cambió por uno blanco con capacidad de almacenamiento, y todas las griferías también se renovaron en blanco para que el diseño “respire”. Solo el espejo rompió el blanco total: sus esquinas redondeadas y el marco negro lo convierten en un punto focal sutil.El resultado es un cuarto de baño muy elegante con un punto de sofisticación.

Imágenes |  @decoryver

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La noticia

La brutal transformación de un cuarto de baño triste y viejuno


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por
Nacho Viñau Ena

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