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Con el estreno en cines de ‘28 años después‘ también ha vuelto el estilo de Danny Boyle, un director al que conocemos por películas como ‘Slumdog Millionaire’ o ‘Trainspotting’, pero que también ha dirigido otros largometrajes más infravalorados. Es el caso de ‘Trance’, un thriller neo noir de atracos muy hipnótico.
A Boyle se le conoce por moverse entre géneros con bastante facilidad. Ha pasado por el drama existencial con ‘127 horas’, por el retrato generacional de la mencionada ‘Trainspotting‘, por el apocalipsis viral de ‘28 días después‘ y por la ciencia ficción filosófica que propone ‘Sunshine‘. Y con ‘Trance’ trajo una película arriesgada y un juego psicológico constante, aunque quizá pasó desapercibida.
Todo comienza con un atraco a una casa de subastas. Simon (James McAvoy), el subastador, colabora con una banda liderada por Franck (Vincent Cassel) para robar una obra de Goya. Pero algo sale mal: Simon sufre un golpe en la cabeza y olvida dónde ha escondido la pintura. Y aquí es donde entra Elizabeth (Rosario Dawson), una hipnoterapeuta contratada para acceder a los recuerdos bloqueados de Simon.
‘Trance’ puede parecer un thriller más o menos convencional, pero rápidamente se convierte en una pesadilla psicológica donde nadie dice toda la verdad, todos manipulan a todos y la memoria se convierte en un campo de batalla. Boyle no se conforma con un giro final sorpresa: construye toda la película como un rompecabezas emocional en el que las piezas encajan poco a poco hasta revelar una verdad muy incómoda.
Lejos de ser un truco narrativo, la hipnosis se trata aquí con una profundidad sorprendente, y sirve como vía para explorar temas como el trauma, la identidad y el poder de la sugestión. Y cuenta con una de las interpretaciones más complejas de James McAvoy.
El actor transita entre la vulnerabilidad, la culpa y la violencia con una soltura escalofriante, y se complementa muy bien con Rosario Dawson, el verdadero eje emocional y ético de la historia. Su papel está lleno de capas, fuerza y contradicciones: usa su sexualidad como herramienta de control, pero también actúa desde un dolor muy profundo.
Por otro lado, visualmente, ‘Trance’ tiene planos estilizados, un montaje frenético, secuencias oníricas y una dirección que convierte lo subjetivo en un motor narrativo. La memoria se distorsiona, los recuerdos se solapan y las versiones cambian. Y la música electrónica de Rick Smith (‘Underworld’) le inyecta tensión y energía, especialmente en las secuencias más físicas o en los flashbacks.
Es una película sexual, violenta, psicológicamente intensa y moralmente ambigua, una parada obligada si buscas un thriller intrigante y con una personalidad tan fragmentada como la de los personajes que lo habitan.
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La noticia
Es una de las películas más infravaloradas de Danny Boyle. Después de ver ’28 años después’, creo que merece la pena recuperar este estupendo thriller
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por
Belén Prieto
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